No hay mucho para deciar nuestro querido blog, solo somos dos amigas, que decidimos subir textos nuestros, y que nos gustan en fin somos Lula & Andre

domingo, 16 de diciembre de 2007

*


Anoche te soñé entre los mortales.Tu huiste y yo te dejé escapar. Con miedo intenté buscarte entre la multitud, pero tu sombra, borrosa, se escabullía rápidamente por aquélla feria de novedades. Volví a divisarte, oscuro, fugaz, instantáneo, me viste atravesar los stands de la vergüenza y los pasillos de la locura. Me detuve y sonreíste.Supe que nos habíamos perdonado. que me habías perdonado.Fue entonces cuando desperté.

domingo, 4 de noviembre de 2007

al amigo muerto


Elegiste el tiempo joven
para cambiar el aire
de los hombres.

Ibas regalando corazón
viviendo desde adentro
el duelo de la calle
de los alambrados,
dejabas, para los que duermen
sin sueños
los sueños de la noche.

Los tuyos,
andaban pegados a tu piel,
amasándose en la musa
de lo cotidiano.

Eras un paisaje rudo
instalado ahí, en un yuyo
de cualquier barrio joven.

Fuiste el tiempo joven
y como las cosas más simples
de todo este mundo
entraste al cuartito
de lapidas inútiles.

afuera quedaron tus manos
y eso basta
para emborracharse de amor
y seguir andando.

Ana Aisemberg, 1975
[mi abuela]

jueves, 25 de octubre de 2007

A veces es tan dificil saber quien eres...






Como poder definirnos, si ni siquiera sabemos de donde venimos,
como saber de la vida si no nos atrevemos a vivirla,
como saber del amor si de nosotros se olvido,
si jamás tocó la puerta de nuestro solitario corazón,
si a pesar de estar concientes de lo que los demás dicen
sabemos que en esta vida jamás seremos felices,
si tenemos todo para dar, pero no quien lo reciba:
si entre tanta soledad nunca amamos a la vida;
por no atrevernos a tanto, por no atrevernos a nada,
por tener miedo al amor, por tenerle miedo a la vida.

A veces quisiera dejar todo atrás,
ser otra persona, poder olvidar...

Quisiera conocerte, saber de tu soledad,
mirar fijamente tus ojos,saber toda tu verdad,
perderme entre las frases que tú has de contestar.

Quisiera tener el valor de decir todo lo que pienso,
todo lo que siento,todo lo que anhelo.

Quisiera saber quien eres y que tú sepas quien soy...
quisiera saber que me quieres igual que te quiero yo.

Quiero estar siempre contigo, a través de la distancia,
saber que existes aunque no te mire,querer en silencio,
aunque en el fondo siento que tu sabes quien soy,
no se que sientas por mí, pero yo a ti "Te quiero”


¿Cómo saber quien eres, si ni siquiera se quien soy?






[para vos mi querida aunque no te paresca me ayudas muchisimo..]

miércoles, 24 de octubre de 2007

Morella

[este es sin duda mi cuento preferido y quiero compartirlo con vos]



Consideraba yo a mi amiga Morella con un sentimiento de profundo, aunque muy singular afecto. Habiéndola conocido casualmente hace muchos años, mi alma, desde nuestro primer encuentro, ardió con un fuego que no había conocido antes jamás; pero no era ese fuego el de Eros, y representó para mi espíritu un amargo tormento la convicción gradual de que no podría definir su insólito carácter ni regular su vaga intensidad. Sin embargo, nos tratamos, y el destino nos unió ante el altar; jamás hablé de pasión, ni pensé en el amor. Ella, aun así, huía de la sociedad, y dedicándose a mí, me hizo feliz. Asombrarse es una felicidad, y una felicidad es soñar.La erudición de Morella era profunda. Como espero mostrar, sus talentos no eran de orden vulgar, y su potencia mental era gigantesca. Lo percibí, y en muchas materias fui su discípulo. No obstante, pronto comprendí que, quizá a causa de haberse educado en Pressburgo ponía ella ante mí un gran número de esas obras místicas que se consideran generalmente como la simple escoria de la literatura alemana. Esas obras, no puedo imaginar por qué razón, constituían su estudio favorito y constante, y si en el transcurso del tiempo llegó a ser el mío también, hay que atribuirlo a la simple, pero eficaz influencia del hábito y del ejemplo.Con todo esto, si no me equivoco, pero tiene que ver mi razón. Mis convicciones, o caigo en un error, no estaban en modo alguno basadas en el ideal, y no se descubriría, como no me equivoque por completo, ningún tinte del misticismo de mis lecturas, ya fuese en mis actos o ya fuese en mis pensamientos.Persuadido de esto, me abandoné sin reserva a la dirección de mi esposa, y me adentré con firme corazón en el laberinto de sus estudios. Y entonces —cuando, sumiéndome en páginas aborrecibles, sentía un espíritu aborrecible encenderse dentro de mí— venía Morella a colocar su mano fría en la mía, y hurgando las cenizas de una filosofía muerta, extraía de ellas algunas graves y singulares palabras que, dado su extraño sentido, ardían por sí mismas sobre mi memoria. Y entonces, hora tras hora, permanecía al lado de ella, sumiéndome en la música de su voz, hasta que se infestaba de terror su melodía, y una sombra caía sobre mi alma, y palidecía yo, y me estremecía interiormente ante aquellos tonos sobrenaturales. Y así, el gozo se desvanecía en el horror, y lo más bello se tornaba horrendo, como Hinnom se convirtió en Gehena.Resulta innecesario expresar el carácter exacto de estas disquisiciones que, brotando de los volúmenes que he mencionado, constituyeron durante tanto tiempo casi el único tema de conversación entre Morella y yo.Los enterados de lo que se puede llamar moral teológica las concebirán fácilmente, y los ignorantes poco comprenderían, en todo caso. El vehemente panteísmo de Fichte, la palingenesia modificada de los pitagóricos, y por encima de todo, las doctrinas de la Identidad tal como las presenta Schelling, solían ser los puntos de discusión que ofrecían mayor belleza a la imaginativa Morella. Esta identidad llamada personal, la define con precisión mister Locke, creo, diciendo que consiste en la cordura del ser racional. Y como por persona entendemos una esencia inteligente, dotada de razón, y como hay una conciencia que acompaña siempre al pensamiento, es ésta la que nos hace a todos ser eso que llamamos nosotros mismos, diferenciándonos así de otros seres pensantes y dándonos nuestra identidad personal. Pero el principium individuationis —la noción de esa identidad que en la muerte se pierde o no para siempre— fue para mí en todo tiempo una consideración de intenso interés, no sólo por la naturaleza pasmosa y emocionante de sus consecuencias, sino por la manera especial y agitada como la mencionaba Morella.Pero realmente había llegado ahora un momento en que el misterio del carácter de mi esposa me oprimía como un hechizo. No podía soportar por más tiempo el contacto de sus pálidos dedos, ni el tono profundo de su palabra musical, ni el brillo de sus melancólicos ojos. Y ella sabía todo esto, pero no me reconvenía.Parecía tener conciencia de mi debilidad o de mi locura, y sonriendo, las llamaba el Destino. Parecía también tener conciencia de la causa, para mí desconocida, de aquel gradual desvío de mi afecto; pero no me daba explicación alguna ni aludía a su naturaleza. Sin embargo, era ella mujer, y se consumía por días. Con el tiempo, se fijó una mancha roja constantemente sobre sus mejillas, y las venas azules de su pálida frente se hicieron prominentes. Llegó un instante en que mi naturaleza se deshacía en compasión; pero al siguiente encontraba yo la mirada de sus ojos pensativos, y entonces sentíase mal mi alma y experimentaba el vértigo de quien tiene la mirada sumida en algún aterrador e insondable abismo.¿Diré que anhelaba ya con un deseo fervoroso y devorador el momento de la muerte de Morella? Así era; pero el frágil espíritu se aferró en su envoltura de barro durante muchos días, muchas semanas y muchos meses tediosos, hasta que mis nervios torturados lograron triunfar sobre mi mente, y me sentí enfurecido por aquel retraso, y con un corazón demoníaco, maldije los días, las horas, los minutos amargos, que parecían alargarse y alargarse a medida que declinaba aquella delicada vida, como sombras en la agonía de la tarde.Pero una noche de otoño, cuando permanecía quieto el viento en el cielo, Morella me llamó a su lado. Había una oscura bruma sobre toda la tierra, un calor fosforescente sobre las aguas, y entre el rico follaje de la selva de octubre, hubiérase dicho que caía del firmamento un arco iris.—Éste es el día de los días —dijo ella, cuando me acerqué—; un día entre todos los días para vivir o morir. Es un día hermoso para los hijos de la tierra y de la vida, ¡ah, y más hermoso para las hijas del cielo y de la muerte!Besé su frente, y ella prosiguió:—Voy a morir, y a pesar de todo, viviré.—¡Morella!—No han existido nunca días en que hubieses podido amarme; pero a la que aborreciste en vida la adorarás en la muerte.—¡Morella!—Repito que voy a morir. Pero hay en mí una prenda de ese afecto, ¡ah, cuan pequeño!, que has sentido por mí, por Morella. Y cuando parta mi espíritu, el hijo vivirá, el hijo tuyo, el de Morella. Pero tus días serán días de dolor, de ese dolor que es la más duradera de las impresiones, como el ciprés es el más duradero de los árboles. Porque han pasado las horas de tu felicidad, y no se coge dos veces la alegría en una vida, como las rosas de Paestum dos veces en un año. Tú no jugarás ya más con el tiempo el juego del Teyo; pero, siéndote desconocidos el mirto y el vino, llevarás contigo sobre la tierra tu sudario, como hace el musulmán en la Meca.—¡Morella! —exclamé—. ¡Morella! ¿cómo sabes esto?Pero ella volvió su rostro sobre la almohada, un leve temblor recorrió sus miembros, y ya no oí más su voz.Sin embargo, como había predicho ella, su hijo —el que había dado a luz al morir, y que no respiró hasta que cesó de alentar su madre—, su hijo, una niña, vivió. Y creció extrañamente en estatura y en inteligencia, y era de una semejanza perfecta con la que había desaparecido, y la amé con un amor más ferviente del que creí me sería posible sentir por ningún habitante de la Tierra.Pero, antes de que pasase mucho tiempo, se ensombreció el cielo de aquel puro afecto, y la tristeza, el horror, la aflicción, pasaron veloces como nubes. He dicho que la niña creció extrañamente en estatura y en inteligencia. Extraño, en verdad, fue el rápido crecimiento de su tamaño corporal; pero terribles, ¡oh, terribles!, fueron los tumultuosos pensamientos que se amontonaron sobre mí mientras espiaba el desarrollo de su ser intelectual. ¿Podía ser de otra manera, cuando descubría yo a diario en las concepciones de la niña las potencias adultas y las facultades de la mujer, cuando las lecciones de la experiencia se desprendían de los labios de la infancia y cuando veía a cada hora la sabiduría o las pasiones de la madurez centellear en sus grandes y pensativos ojos? Como digo, cuando apareció evidente todo eso ante mis sentidos aterrados, cuando no le fue ya posible a mi alma ocultárselo más, ni a mis facultades estremecidas rechazar aquella certeza, ¿cómo puede extrañar que unas sospechas de naturaleza espantosa y emocionante se deslizaran en mi espíritu, o que mis pensamientos se volvieran, despavoridos, hacia los cuentos extraños y las impresionantes teorías de la enterrada Morella? Arranqué a la curiosidad del mundo un ser a quien el Destino me mandaba adorar, y en el severo aislamiento de mi hogar, vigilé con una ansiedad mortal cuanto concernía a la criatura amada.Y mientras los años transcurrían, y mientras día tras día contemplaba yo su santo, su apacible, su elocuente rostro, mientras examinaba sus formas que maduraban, descubría día tras día nuevos puntos de semejanza en la hija con su madre, la melancólica y la muerta. Y a cada hora aumentaban aquellas sombras de semejanza, más plenas, más definidas, más inquietantes y más atrozmente terribles en su aspecto. Pues que su sonrisa se pareciese a la de su madre podía yo sufrirlo, aunque luego me hiciera estremecer aquella identidad demasiado perfecta; que sus ojos se pareciesen a los de Morella podía soportarlo, aunque, además, penetraran harto a menudo en las profundidades de mi alma con el intenso e impresionante pensamiento de la propia Morella. Y en el contorno de su alta frente, en los bucles de su sedosa cabellera, en sus pálidos dedos que se sepultaban dentro de ella, en el triste tono bajo y musical de su palabra, y por encima de todo —¡oh, por encima de todo!— en las frases y expresiones de la muerta sobre los labios de la amada, de la viva, encontraba yo pasto para un horrendo pensamiento devorador, para un gusano que no quería perecer.Así pasaron dos lustros de su vida, y hasta ahora mi hija permanecía sin nombre sobre la tierra. «Hija mía» y «amor mío» eran las denominaciones dictadas habitualmente por el afecto paterno, y el severo aislamiento de sus días impedía toda relación. El nombre de Morella había muerto con ella. No hablé nunca de la madre a la hija; érame imposible hacerlo. En realidad, durante el breve período de su existencia, la última no había recibido ninguna impresión del mundo exterior, excepto las que la hubieran proporcionado los estrechos límites de su retiro.Pero, por último, se ofreció a mi mente la ceremonia del bautismo en aquel estado de desaliento y de excitación, como la presente liberación de los terrores de mi destino. Y en la pila bautismal dudé respecto al nombre. Y se agolparon a mis labios muchos nombres de sabiduría y belleza, de los tiempos antiguos, y de los modernos, de mi país y de los países extranjeros, con otros muchos, muchos delicados de nobleza, de felicidad y de bondad. ¿Qué me impulsó entonces a agitar el recuerdo de la muerta enterrada? ¿Qué demonio me incitó a suspirar aquel sonido cuyo recuerdo real hacía refluir mi sangre a torrentes desde las sienes al corazón? ¿Qué espíritu perverso habló desde las reconditeces de mi alma, cuando, entre aquellos oscuros corredores, y en el silencio de la noche, musité al oído del santo hombre las sílabas «Morella»? ¿Qué ser más demoníaco retorció los rasgos de mi hija, y los cubrió con los tintes de la muerte cuando estremeciéndose ante aquel nombre apenas audible, volvió sus límpidos ojos desde el suelo hacia el cielo, y cayendo prosternada sobre las losas negras de nuestra cripta ancestral, respondió: «¡Aquí estoy!»?Estas simples y cortas sílabas cayeron claras, fríamente claras, en mis oídos, y desde allí, como plomo fundido, se precipitaron silbando en mi cerebro. Años, años enteros pueden pasar; pero el recuerdo de esa época, ¡jamás! No desconocía yo, por cierto, las flores y la vid; pero el abeto y el ciprés proyectaron su sombra sobre mí noche y día. Y no conservé noción alguna de tiempo o de lugar, y se desvanecieron en el cielo las estrellas de mi destino, y desde entonces se ensombreció la tierra, y sus figuras pasaron junto a mí como sombras fugaces, y entre ellas sólo vi una: Morella. Los vientos del firmamento suspiraban un único sonido en mis oídos, y las olas en el mar murmuraban eternamente: «Morella.» Pero ella murió, y con mis propias manos la llevé a la tumba; y reí con una risa larga y amarga al no encontrar vestigios de la primera Morella en la cripta donde enterré la segunda.

Edgar Allan Poe



lunes, 22 de octubre de 2007

No existe un día más hermoso que el día de hoy


La suma de muchísimos ayeres forma mi pasado
Pasado que se compone de recuerdos alegres... tristes...
Algunos están fotografiados y ahora son cartulina
donde me veo pequeño, donde mis padres
siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.
El día de ayer pudo haber sido un hermoso día...
Pero no puedo avanzar mirando
Constantemente hacia atrás.
Corro el riesgo de no ver el rostro
De los que marchan a mi lado.
Acaso el día de mañana amanezca aun mas hermoso...
Peor no puedo avanzar mirando solo el horizonte.
Corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mí alrededor
Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza.
Gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como
Cada instante me dice: ¡Presente!
Se que es muy breve, que pronto pasara, que no voy a
Poder modificarlo luego, ni pasarlo en limpio...
Como tampoco puedo modificar el día de
Mañana: es un lugar que todavía no existe.
Ayer fui. Mañana seré. Hoy soy.
Por eso, hoy te digo que te quiero...
Hoy te escucho...
Hoy te pido disculpas por mis errores...
Hoy te ayudo......
Hoy comparto lo que tengo......
Hoy me separo de ti sin guardarme
Ninguna palabra para mañana......
Porque hoy respiro, transpiro, veo, pienso, oigo, sufro,
Huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo......
Hoy.
Hoy estoy vivo.
Como tu.


Elsa Borneman.

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos, y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero, que nace del brote, es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace felices. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

J.L .Borges

jueves, 18 de octubre de 2007

antiguos fragmentos


No era amor, era el deseo y el repudio, la necesidad y la indiferencia, el diós y el diablo en un sólo ser y en un sólo sentimiento. Era guerra y paz, felicidad y tristeza, era el infinito equilibrio inalcanzable. Quise besarlo, quise amarlo hasta que no existiese el amor y abrazarlo hasta convertirlo en cenizas, quise nunca haberlo encontrado en los rincones de mi calma.Era revoluciones en mi cuerpo, era mi voz gritando en la eternidad que él podía defenderme de mí misma. Me aparté, me cegué, como hice cada vez que conseguí lo que buscaba. Me fui, me alejé de aquello que era subrealmente perfecto, complementario y único. Actúo el miedo de no seguir teniendo la intensidad que da el sufrimiento.

andre.

martes, 16 de octubre de 2007

Cajita de los sueños




Soy un sueño depositado en una cajita de cristal, delicada, frágil, con seguro de vida ante cualquier fenómeno que contra ella pudiera atentar.
Si, es una cajita aromatizada para que cuando deambulara causara sensación y despertara esos deseos de tenerla sabiendo que era imposible.
Muchas manos fantasmas tuvieron la dicha de darle un roce sin causarle emoción alguna; los rayos del sol estuvieron ansiosos de penetrarla con su intensidad, pero su intento fue fallido.
Es increíble que un simple mortal fuera capaz de acariciarla con tanta ternura deseando abrirla y poder palpar esos sueños que estaban seguros ante el mundo, sin tener la llave maestra, lo hiciste para bendecirte con su luz, aquella luz que te llegó a extasiar.
Aquel amante mortal supo explorarla con sutil fragilidad, amor, ternura, pasión y deseo. La tuvo entre sus manos, la beso, derramó sobre ella su miel con sabor a gloria.
La cajita se abrió como por arte de magia, se dejó querer, se sintió segura de jamás caer, de jamás quebrarse y opacarse. Aquel mortal, tú, con armadura frágil pero blindada, en ti me deposito, yo... un sueño.





ESO ME LO ESCRIBIO A MI UNO DE LOS PIBES QUE MAS QUIERO EN MI VIDA, EL SE MATO EL 18 DE AGOSTO DEL AÑO PASADO,(estoy llorando como una gila) ESTO FUE UNA DE LAS TANTAS COSAS QUE ME DEJO CUANDO SE FUE Y ME DEJO SOLA ACA .. :'( LO COMPARTO CON UDS. MAS QUE NADA CON VOS ANDU.. PORQUE SE QUE SOS UNO DE MIS GRANDES APOYOS..^^


lunes, 15 de octubre de 2007

que comienze la funcion!


algo nos junto, no creo en las casualidades. es probable que por eso vos seas la unica que sabe continuar mis pensamientos cuando aun no llegaron a mi cabeza. vos sabes. me llevas a un estado de inconciente plenitud. me enseñas. me cautivas. no tengo palabras, no las necesito con vos. solamente.. muchas gracias por entrar en mi vida.
escribir siempre fue esa puerta que nos hizo transportarnos. ese espacio en el que somos todos y todo. el infinito, la nada, el pensamiento. decidimos abrir esto, para tener un nuevo espacio, un lugar para nosotras y que podamos compartir.